Desde la
perspectiva de Sandra Camacho Ruiz, se puede decir que el concepto de inclusión se encuentra presente en todos los
currículums educativos y se establecen tres principios para el desarrollo de un currículum
inclusivo:
1. Se ha de establecer unos
objetivos apropiados para el aprendizaje.
2. Hay que responder a las necesidades
de aprendizaje del alumnado.
Para que
este principio pueda alcanzarse, los colegios deben proporcionar un entorno
adecuado para el aprendizaje que posibilite el desarrollo de todo el alumnado.
Por otra
parte, los maestros deberán crear ambientes que permitan alcanzar un
aprendizaje significativo donde los alumnos se sientan seguros y valorados,
donde puedan mantener la concentración y estén motivados, atender a las
diferencia de culturas, proporcionar igualdad de oportunidades, llevar a cabo una
evaluación que sea adecuada a las características evolutivas de los alumnos.
3. Superar las barreras de
aprendizaje y evaluación del alumnado.
Para
conseguir alcanzar este objetivo el centro debe atender a todo tipo de
alumnado, ya se trate de alumnos con necesidades educativas especiales, de
alumnos con algún tipo de discapacidad o de estudiantes que se han incorporado
de forma tardía al sistema educativo y no dominan el idioma.
Atender a
estos alumnos, no solo mediante la adaptación del currículo, que quizá no
necesiten, sino mediante la facilitación de recursos que permitan al alumno
seguir el ritmo del aula y la eliminación de barreras arquitectónicas.
No se debe olvidar que los alumnos con altas capacidades también requieren atención,
también tienen derecho a tener las mismas posibilidades que los demás. El
docente puede ayudar a este tipo de alumnado facilitándole tareas más complejas
o más abiertas y ofreciéndole un apoyo personal. El objetivo final es
estimularlos y guiarlos.
Ruiz, S. C. (2011). La inclusión
educativa. Innovación y experiencias educativas.
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